Julia Romano expone su serie “Paisajes prestados” en el Genaro Pérez, en la que indaga en las relaciones entre arte, diseño, paisajismo y belleza.
En un principio, el simple acto de arrojar la mirada hacia un horizonte cualquiera predispone al testigo de turno a encontrarse con un paisaje; supuesto que la muestra “Paisajes prestados” de Julia Romano (Carlos Pellegrini, Santa Fe, 1978) se encarga de desmentir, demostrando que ese acto en realidad nunca es tan “simple”, y que ese paisaje puede bien no ser un “paisaje”.
La muestra, exhibida por estos días en el Genaro Pérez, se compone de collages digitales trabajados en distintas capas en los que el plano de un paisaje de fondo (“prestado” de obras paisajísticas clásicas) se ve intervenido por detalles frutales o florales en primer plano (motivos tomados a su vez de viejos empapelados europeos) y éstos a su vez cubiertos por una superficie táctil de vinilo brillante, que imprime un contraste visual sutil frente al fondo mate.
Así y todo, la densidad visual de tanto proceso recargado culmina en un resultado gráfico agradable, con cierta tendencia al preciosismo, al gusto por el detalle y el decorado, una noción artificial y caprichosa de lo que es en verdad un “paisaje” o su “belleza”.
“Hay una mezcla entre lo que uno espera de la representación y este juego subjetivo mío”, dice la artista, que a través de las citas en sus obras establece un paralelismo con los antiguos creadores de lo que hoy culturalmente se entiende por “paisaje”: “Los ‘Paisajes prestados’ se llaman así porque los tomé de pinturas del 1700 y del 1800, algunas orientales y otras de distintos artistas europeos, como Thomas Gainsborough y Claudio de Lorena”.
“Ellos inventan el paisaje”, agrega. “Si bien sus pinturas parecen realistas, lo cierto es que las acomodan a su gusto, que es lo mismo que yo hago. Yo retomo esa tradición y juego con ella: mezclo siluetas, repito, copio, pego y dibujo sobre esas obras “prestadas”’.
En el fondo, la búsqueda de Romano en torno al paisaje se remonta a una lejana indagación sobre el concepto de belleza: “Yo pensaba que la naturaleza era bella por sí misma, pero es la mirada del hombre la que lo hace así, hay una incidencia del ser humano en esa belleza –explica–. Yo en todo caso empujo hacia los límites esa naturaleza ‘bella’, como hace Claudio de Lorena que acomoda el árbol con la ruina y el lago y la gente tomando sol. Entonces yo hago convivir el cielo con un atardecer y un degradé muy armonioso, exagero el embellecimiento”.
La incursión de “Paisajes prestados” deviene de un proceso también presente en la muestra, el de los “Paisajes construidos”, donde Romano aún trabajaba con fotos suyas como materia prima, que remiten a sus primeros contactos con el género: “Son fotos de la Pampa húmeda, de los campos al lado de la ruta. Soy santafesina pero viví mucho tiempo en Villa María, y el viaje entre Villa María y Córdoba ha sido parte de mi vida, ese paisaje se ve en mi obra”.
Artista diseñador
Además de las capas que hacen a cada collage digital, habría que sumar las tensiones que subyacen en ellas, como la que borra las distancias entre el ser “artista” y un simple trabajador de la imagen. Romano: “Utilizo un papel de impresión que usan los diseñadores en general, y eso habla de los límites actuales, cuando los artistas trabajamos en varias cosas. La idea es hacer cruce con otras formas de operar la imagen; hoy no es fácil distinguir entre un arquitecto, un artista, un diseñador gráfico, todos necesitamos un poco de cada uno (risas)”.
De allí que la obra de Romano no vaya siempre por el lado de la exposición de obras enmarcadas y terminadas, y que muchas veces se aboque a intervenir espacios arquitectónicos con “paisajes” inacabables, efímeros y extensos. Así, en setiembre la artista intervendrá la fachada del Museo de Arte contemporáneo de Salta, tal como en su momento lo hizo con las ventanas del Genaro Pérez o con las columnas exteriores del CCEC. Romano también recuerda una instalación similar en el MACRO de Rosario en 2009: “Fue en el piso nueve, que no tiene ventanas, mi obra se encargaba de reemplazar al río. Era un paisaje de 20 metros, una mezcla entre Villa María, Rosario y Córdoba. Esa obra no existe más”, dice.
La última jugada de Romano pasa por instalar la vigencia de lo ornamental que, al igual que el paisaje, no debe considerarse una estética “ingenua”: “Algunas personas pueden ver mi obra como kitsch o incluso como cursi, pero para mí lo decorativo implica llevar al extremo algunos detalles de la belleza, las volutas, los capiteles griegos, pasarlos a la imagen y abusar de ellos”, cierra.
“Paisajes prestados” puede verse de martes a domingos de 10 a 20 en el Museo Genaro Pérez (Gral. Paz 33), con entrada libre y gratuita.
Medio: La Voz del Interior Autor: Javier Mattio Fecha: 24 de enero de 2012 Link: http://vos.lavoz.com.ar/artes/postales-lugares-imposibles[divider]
Postcards of nowhere places (Translation from the original text by Jorge Mattio, as interpreted by the artist. Córdoba, Argentina, 2012)
It could be thought that just looking at the horizon predisposes anyone to see a landscape, but Julia Romano proves this wrong, through her latest work, “Borrowed Landscapes”. Do the eyes grasp what is there or is the mind building it up?
Borrowed landscapes is made of digital collages: different layers playing on a background. This background, a landscape borrowed from classical paintings, is intervened with flowers and fruits, details of old european wallpapers, cloths and textures. The visual density resulting from this elaborated process is a pleasant image that leads to detail and decoration, an artificial and capricious idea of what a landscape is or actually the beauty it encompasses. There is a blend between what is expected from the image and the subjective game played by the artist. Through her quotations she establishes a parallelism with the classic creators of what is today culturally understood as landscape. They invented landscape; their works may look realistic but in fact they organized the elements of nature at will. Romano is just doing the same going back to nurture on that tradition and playing with it: mingling, repeating, copying, pasting, and drawing on the borrowed works.
Romano’s quest concerning landscape, goes back to her interest in the concept of beauty, where she analyses if beauty exists or if it is created by the human eye. She pushes “making beauty” to its very limit. So, scudding clouds, flower bouquet silhouettes and green prairies, are combined to produce an inevitably beautiful image.
This work poses a new proposal where photography combines with collage, painting and drawing. Different pieces of art by well known artists are quoted within a conception of landscape that blends the author’s artistic subjectivity, with the historical representation of landscape itself.
Borrowed landscapes is made of digital collages: different layers playing on a background. This background, a landscape borrowed from classical paintings, is intervened with flowers and fruits, details of old european wallpapers, cloths and textures. The visual density resulting from this elaborated process is a pleasant image that leads to detail and decoration, an artificial and capricious idea of what a landscape is or actually the beauty it encompasses. There is a blend between what is expected from the image and the subjective game played by the artist. Through these quotations the artist established a parallelism with the classic creators of what is today culturally understood as landscape. They invented landscape; their works may look realistic but in fact they organized the elements of nature at will. I am just doing the same going back to nurture on that tradition and playing with it: mingling, repeating, copying, pasting, and drawing on the borrowed works.